 
 
      El (Los) sur : campos de lo imaginario. Mi Norte es el Sur
Le(s) Sud(s) : champs de l'imaginaire. 
Le Sud c'est notre Nord
Mabel Franzone, Alejandro Ruidrejo (dir.)
      M@gm@ vol.8 n.3 Septembre-Décembre 2010
VISIBILIDAD Y MIRADAS: REFLEXIONES ACERCA DE LOS PROCESOS DE TECNOLOGIZACIÓN EN LA ERA INFORMACIONAL Y SU IMPACTO EN EL IMAGINARIO
Ana Claudia García
ana-g@arnet.com.ar
        Lic. en Artes y Mgter. en Historia 
        del Arte Profesora Universidad Nacional de Tucumán.
Enunciar que las 
                    nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) 
                    han irrumpido en todas las esferas de la cultura resulta, 
                    actualmente, casi una perogrullada. Por el contrario, no parecieran 
                    tan simples de comprender los distintos modos, formas y condiciones 
                    en que estas tecnologías han logrado penetrar en los intersticios 
                    de la cultura e instalarse en las hendiduras del arte.
                    
                    Este ensayo intenta pensar y someter a debate ciertas posiciones 
                    respecto de la irrupción de las NTIC en el campo del arte 
                    contemporáneo latinoamericano. La hipótesis general que lo 
                    atraviesa parte de la siguiente proposición: los discursos 
                    y las prácticas artísticas locales desarrolladas a partir 
                    de los años ‘90, entre ellas las prácticas videográficas, 
                    han producido sus propias diferencias. En consonancia con 
                    ello se intentará demostrar que, al presente, y dentro del 
                    marco general de las videoculturas digitales y de la sociedad 
                    informacional, las operaciones artísticas finiseculares insisten 
                    en re-inventar modos de apropiación de las máquinas de visión, 
                    audición y procesamiento automático de la información. Se 
                    contemplarán, por ende, algunas de estas praxis diferenciales 
                    pues serán las encargadas de colocar en constante jaque al 
                    régimen de visibilidad y al nuevo sensorium producto de las 
                    tecnoculturas digitales. Este asedio al régimen de visibilidad 
                    por parte de algunos artistas pondrá en discusión, en el mismo 
                    movimiento, conceptos relativos a la imagen y a la iconidad 
                    en el arte, cuestionando al arte mismo como sistema de representación.
                    
                    Cebe acotar, por último, que las proposiciones aquí vertidas 
                    registran solidaridades interpretativas con la de otros autores, 
                    y no podría ser de otra manera, aunque tienden a profundizar 
                    y poner en evidencia un horizonte de contraste entre escenas 
                    distintas y contextos de producción diversos. Apelaré a ejemplos 
                    que, considero, ayudarán a comprender el estado de cosas.
                    
                    Convergencia tecnológica / Divergencias y desvíos 
                    en el imaginario
                    
                    Entre las teorías finiseculares que circulan en los ámbitos 
                    intelectuales y académicos, dos de ellas son las que mejor 
                    me asisten para analizar el tema de la propagación de las 
                    NTIC en el mundo contemporáneo. Una, es la enunciada por el 
                    sociólogo Manuel Castells en relación a la revolución informacional 
                     [1]. La otra, refiere a 
                    cómo pensar la cultura localizada en el tiempo y en el espacio 
                    en tanto no lugar de la contemporaneidad, propuesta por el 
                    etnólogo y antropólogo Marc Augé [2]. 
                    Ambas teorías permiten abordar el tema de los cambios acelerados 
                    y sustanciales que ha sufrido la humanidad producto de un 
                    avance tecnológico singular que ha modificado nuestro modo 
                    de hacer lazo con el mundo.
                    
                    Es necesario aclarar que, desde el punto de vista historiográfico, 
                    el concepto de penetración de las revoluciones, en este caso 
                    tecnocientífica, no pretende dar cuenta de una fuente exógena 
                    de impacto sino de una aptitud - propia de este proceso- para 
                    hilvanar los hilos de una red (o los bulbos de un rizoma, 
                    para usar una metáfora deleuziana) donde se articula lo social 
                    en el mundo contemporáneo.
                    
                    Ahora bien, haciendo una síntesis más que apretada de la tesis 
                    de Castells, se puede decir que en ella se sostiene, principalmente, 
                    que la base material de la sociedad está siendo modificada 
                    a un ritmo acelerado, y que esta modificación se produce por 
                    “una revolución tecnológica centrada en torno a las tecnologías 
                    de la información y de la comunicación”. Se señala, al mismo 
                    tiempo, que los cambios sociales en la contemporaneidad “son 
                    tan espectaculares como los procesos de transformación tecnológicos 
                    y económicos”. En relación a estas dos cuestiones, Castells 
                    propone que “todas las tendencias de cambio que constituyen 
                    nuestro nuevo y confuso mundo están emparentadas y podemos 
                    sacar sentido de su interrelación” [3].
                    
                    Puntualizaré uno de esos sentidos. Esta revolución tecnológica 
                    es una revolución stricto sensu, que se desarrolla en un intervalo 
                    de tiempo específico: el último cuarto del siglo XX, y en 
                    un lugar determinado: la costa oeste norteamericana, expandiéndose 
                    desde allí al resto del mundo. En tanto acontecimiento, este 
                    hecho es revolucionario porque “es introductor de una discontinuidad 
                    en la base material de la economía, la sociedad y la cultura” 
                    propiciando cambios radicales en el continuum social que afectan 
                    todos los ámbitos de la cultura [4]. 
                    El núcleo de la transformación que estamos experimentando 
                    en la revolución en curso –a decir de Castells- remite a las 
                    tecnologías de procesamiento de la información y de la comunicación, 
                    y se caracteriza por la convergencia de tecnologías específicas 
                    en un sistema altamente integrado, por la capacidad del sistema 
                    de ser flexible para reconfigurarse y reprogramarse, por la 
                    lógica de interconexión de todo el sistema (tecnocientífico, 
                    tecnoeconómico y sociotécnico) y por su interacción en red. 
                    De ahí, insisto, que este proceso revolucionario tiene la 
                    capacidad de ir hilvanando y eslabonando todos los otros procesos 
                    sociales contemporáneos.
                    
                    Sociología y economía se juntan, en la precisión de Castells, 
                    para definir qué se entiende y qué se incluye cuando se habla 
                    de tecnologías de la información,
                    
                    “[…] como todo el mundo, el conjunto convergente de tecnologías 
                    de la microelectrónica, la informática (máquinas y software), 
                    las telecomunicaciones/ televisión/radio y la optoelectrónica. 
                    Además, a diferencia de algunos analistas, también incluyo 
                    en el ámbito de las tecnologías de la información la ingeniería 
                    genética y su conjunto de desarrollos y aplicaciones en expansión”. 
                     [5] (Las cursivas son del 
                    autor)
                    
                    Castells justifica la inclusión de la ingeniería genética 
                    no sólo por la ‘codificación, manipulación y reprogramación 
                    final de los códigos de la materia viva’, sino también –y 
                    esto me interesa destacar- porque en la década de 1990 ‘la 
                    biología, la electrónica y la informática parecen estar convergiendo 
                    e interactuando en sus aplicaciones, en sus materiales y, 
                    lo que es más fundamental, en su planteamiento conceptual” 
                     [6].
                    
                    ¿Por qué es importante destacar estas convergencias? Por varios 
                    motivos. Porque son puntos relevantes en la investigación 
                    científica y tecnológica del último cuarto del siglo XX; porque, 
                    además, son las áreas de innovación tecnológicas que configuran 
                    el núcleo del nuevo paradigma de la información; por último, 
                    porque el planteamiento conceptual en el que convergen es 
                    muestra clara de la interdependencia mutua en los últimos 
                    veinticinco años entre el conocimiento científico y el conocimiento 
                    tecnológico en el área de las tecnologías de la información.
                    
                    Ahora bien, comprender la lógica que regula este nuevo paradigma 
                    sociotécnico no sólo permite analizar las zonas integradas 
                    y articuladas globalmente por el flujo acelerado de información 
                    -que circula por distintos canales de comunicación- sino, 
                    además, visualizar las zonas de exclusión en tanto verdaderos 
                    agujeros negros de pobreza y atraso que en primera y última 
                    instancia evidencian las paradojas de la sociedad informacional.
                    
                    Frente a esta situación paradójica Marc Augé, por su parte, 
                    ha sabido interpretar desde la antropología las transformaciones 
                    aceleradas de este mundo informatizado e interconectado globalmente, 
                    prestando particular atención a tres modalidades de exceso 
                    que caracterizarían una situación que él denomina de “sobremodernidad” 
                    y que definiría la configuración del mundo actual. Para este 
                    autor las tres figuras del exceso son: el tiempo, el espacio 
                    y la individualidad, y les corresponden a la vez, el exceso 
                    de información, el exceso de imágenes y el exceso de individualismo 
                    (exceso de ego).
                    
                    Desde esta perspectiva analítica, la dificultad de pensar 
                    el tiempo se debe, entonces, a “la superabundancia de acontecimientos 
                    del mundo contemporáneo, no al derrumbe de una idea de progreso 
                    desde hace largo tiempo deteriorada”. Y más específicamente, 
                    esta dificultad de pensar el tiempo se vincula a la superabundancia 
                    de información sobre los acontecimientos. El exceso de información 
                    nos da la sensación –dice Augé- de que la historia se acelera: 
                    nos pisa los talones. La segunda transformación acelerada, 
                    y segunda figura del exceso, corresponde al espacio. De ella, 
                    Augé manifiesta que el exceso de espacio es paradójicamente 
                    correlativo al del achicamiento del planeta. Esta concepción 
                    de “superabundancia espacial del presente” se expresa en “los 
                    cambios en escala, en la multiplicación de las referencias 
                    imaginadas e imaginarias y en la espectacular aceleración 
                    de los medios de transporte y conduce concretamente a modificaciones 
                    físicas considerables: concentraciones urbanas, traslado de 
                    poblaciones y multiplicación de lo que llamaríamos los ‘no 
                    lugares’ por oposición al concepto sociológico de lugar […] 
                    el de cultura localizada en el tiempo y en el espacio” [7]. 
                    La tercera figura del exceso con la que se podría definir 
                    la sobremodernidad es, para Augé, la figura del ego: la individualización 
                    de las referencias. Es decir, en el contexto de la sobremodernidad 
                    la antropología contemporánea se plantea cómo pensar y situar 
                    al individuo. Según Augé, “en las sociedades occidentales, 
                    por lo menos, el individuo se cree mundo”, o dicho con otras 
                    palabras, “cree interpretar para y por sí mismo las informaciones 
                    que se le entregan”. Se trata, en definitiva, de una “individualización 
                    pasiva” o individualización de consumidores cuya aparición 
                    tiene que ver sin ninguna duda con el desarrollo de los medios 
                    de comunicación y con las nuevas tecnologías [8].
                    
                    Resumiendo, una de las causas por las que cambian las interacciones 
                    sociales y organizativas en la contemporaneidad es porque 
                    los usos del tiempo y del espacio han devenido diferenciados 
                    y diferenciadores, en el sentido de que la globalización operada 
                    por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación 
                    ha permitido una compresión del espacio/tiempo [9]. 
                    En este punto es importante tener presente que si bien en 
                    la era informacional los procesos de tecnologización e interacción 
                    social y organizativa son procesos abarcadores y se manifiestan 
                    a escalas globales carecen de unidad de efecto. Esto quiere 
                    decir que los efectos no son homogeneizantes, como algunos 
                    sostienen, sino más bien asimétricos y heterogéneos; que dividen 
                    en la misma medida en que unen, que conectan a la vez que 
                    marginan e inmovilizan, condenando a muchos sujetos (los indigentes, 
                    los extranjeros a la tecnología, los no-cibernéticos, los 
                    refugiados, entre otros) a quedar anclados fuera del sistema 
                    y sin mayores opciones: desconectados o caídos del sistema 
                    –para usar una metáfora informática.
                    
                    Ahora bien, este recorte interpretativo permite no sólo explicar 
                    brevemente un contexto situacional (¿global?) a partir de 
                    un mínimo epistemológico, sino también da permiso a pensar 
                    que estos procesos sociotécnicos -con efectos asimétricos, 
                    heterogéneos y multidimensionales- no determinan pero si modelan 
                    las prácticas sociales, por ende, el imaginario. La innovación 
                    tecnológica no es sólo consecuencia de los usos y de las demandas 
                    que hace la ciencia, sino también de la demanda, los usos 
                    y los límites que la sociedad impone a la tecnología, un ejemplo 
                    elocuente es Internet. Resultaría ingenuo asumir, entonces, 
                    que frente a este estado de situación, los artistas quedarían 
                    excluidos de intervenir, incluso de pensar, sobre dichos procesos. 
                    Por el contrario, las poéticas tecnológicas desarrolladas 
                    por algunos artistas latinoamericanos han sabido dar cuenta 
                    no sólo de la tecnologización en la era de la informática 
                    sino también, y fundamentalmente, de cómo esta dinámica de 
                    cambios científicos, técnicos y sociales es imaginada en su 
                    dimensión glocal. [10]
                    
                    Máquinas semióticas
                    
                    “El artista de la era de las máquinas es, como el hombre de 
                    ciencia, un inventor de formas y procedimientos; él reencauza 
                    permanentemente las formas fijas, las finalidades programadas, 
                    la utilización rutinaria, para que el patrón esté siempre 
                    interrogado y las finalidades bajo sospecha.” Arlindo Machado
                    
                    Si bien las operaciones de reinscripción de las NTIC en el 
                    campo del arte deben ser rastreadas en el reencauzamiento 
                    operado por los artistas a partir de las distintas actitudes 
                    críticas observables en sus prácticas y sus discursos, la 
                    indagatoria debería hacer centro en la productividad de efectos 
                    de sentido antes que en la productividad programada del medio 
                    o del instrumento tecnológico con el que operan.
                    
                    Las máquinas de producción simbólica tales como las de visión, 
                    audición y procesamiento automático de información han mutado 
                    en la contemporaneidad en progresión geométrica; y para alegría 
                    de muchos o para pesares de otros, seguirán haciéndolo. Entonces, 
                    si prestamos atención a la relación de feedback que se ha 
                    establecido entre estas máquinas semióticas [11] 
                    y los artistas, y por extensión al conjunto de obras producidas 
                    en el marco de las poéticas tecnológicas, se puede aseverar 
                    en solidaridad analítica con los planteos del teórico brasilero 
                    Arlindo Machado que “las máquinas mutan en la misma medida 
                    que su repertorio de obras”. [12] 
                    Machado propone, concretamente, que por medio del trabajo 
                    cognitivo, intelectual y operativo-pragmático de algunos artistas 
                    es posible el desvío crítico de las funciones y los usos de 
                    estas tecnologías, como asimismo la subversión de la productividad 
                    programada por la industria militar y/o civil, o la contravención 
                    a las normas de su utilización rutinaria, e incluso, la puesta 
                    en cuestión de los patrones o moldes estereotipados por la 
                    tecnocultura informática.
                    
                    Se puede comprobar que en los últimos veinte años los artistas 
                    latinoamericanos han venido incorporando distintos medios 
                    tecnológicos electrónicos/digitales para la producción de 
                    obra, entre ellos, cámaras de video, de vigilancia, videoteléfonos, 
                    telefonía móvil e, inclusive, sistemas satelitales como el 
                    GPS (Global Positioning System). Ya la imagen electrónica 
                    y el video analógico se habían convertido, desde su aparición 
                    en los años 60, en medio y al mismo tiempo soporte de mensajes 
                    artístico. Se puede acreditar, asimismo, la utilización de 
                    toda clase de sensores -de movimiento, presencia, temperatura, 
                    táctiles- y la asistencia con computadoras y microprocesadores 
                    de datos para crear distintos tipos de interfaces –la lista 
                    puede llegar a ser bastante amplia. Si bien la mayoría de 
                    los países del cono sur no son productores de tecnología de 
                    punta los artistas han sabido re-direccionar las tecnologías 
                    disponibles adaptándolas o transformándolas, fortaleciendo 
                    en muchos casos la dimensión creativa antes que la conservadora.
                    
                    Aunque existen numerosos ejemplos de obras realizadas con 
                    intermediación high tech y low tech en América Latina [13], 
                    me interesa puntualizar aquí uno de los casos más paradigmáticos 
                    dentro del campo de las poéticas tecnológicas latinoamericanas. 
                    Se trata del proyecto de experimentación multisensorial OP_ERA 
                    de Rejane Cantoni y Daniela Kutschat (Brasil) [14]. 
                    ¿Por qué resulta de interés? Porque en él se experimenta con 
                    perceptos y conceptos de espacio. Cantoni y Kutschat trabajan 
                    con modelos de espacios tanto científicos como artísticos 
                    procurando formas alternativas de cognición y percepción espacial. 
                    Se trata de un work in process en formato expositivo de instalación, 
                    la cual está diseñada como ambiente inmersivo e interactivo. 
                    Es en sí una “caverna virtual” que cuenta con distintos niveles 
                    de complejidad tecnológico y discursivo. Un “híbrido de espacio 
                    de datos y espacio físico” donde el visitante-interactor, 
                    en relación siempre simbiótica con la computadora (máquina 
                    semiótica por excelencia) y a través de distintas interfaces 
                    (garantes de esta simbiosis) logra agenciarse del espacio 
                    por medio de prótesis sensoriales. En este tipo de proyectos 
                    el espectador-interactor está integrado/incluido en la obra, 
                    ya que su cuerpo está expandido o interfaceado -como proponen 
                    sus autoras- gracias a dispositivos protésicos hápticos y 
                    visuales -guantes de data y cascos de realidad virtual-. Y 
                    a medida que el espacio se torna más complejo, debido a la 
                    arquitectura lógica-matemática puesta en obra, las relaciones 
                    de presencia y de espacialidad del interactor humano se vuelven 
                    mayores [15].
                    
                    Ahora bien, y en relación a obras realizadas con intermediación 
                    de tecnología high y low, nunca está de más insistir en la 
                    idea desarrollada por Machado de que el trabajo creador del 
                    artista en la era de las TICs se diferencia bastante del mero 
                    “operador de máquinas”, pues los artistas que realmente producen 
                    diferencia son los que no se someten a la lógica de la herramienta 
                    -software y hardware- sino los que, al contrario, tuercen 
                    los medios y los modos que la industria tecnológica ha dispuesto 
                    para los artefactos, sus usos y apropiaciones. Va de suyo 
                    que, para que esto acontezca, es necesario que confluyan ciertas 
                    voluntades: la voluntad de algunos artistas de operar con 
                    tecnología high o low, la conformidad de cientistas y/o tecnólogos 
                    de una interacción cooperante con los artistas, y la disposición 
                    de todos ellos de trabajar en espacios liminares -de pasajes, 
                    intermedios- donde se prescinda de roles sociales prescritos. 
                    OP_ERA es un ejemplo bastante elocuente.
                    
                    En un sentido menos complejo a nivel tecnológico, aunque emparentado 
                    en su finalidad estética-crítica con el caso anterior, puede 
                    situarse la obra SMS de Javier Juárez (Argentina) [16]. 
                    Se trata de una instalación low tech que consiste en tres 
                    pequeños displays LCD para telefonía pública donde se visualizan 
                    una serie de textos reproducidos por microcontroladores [17]. 
                    Estos textos fueron, en sus orígenes, mensajes “reales” enviados 
                    por telefonía móvil entre el autor de la obra y tres mujeres 
                    que tienen en común llamarse María.
                    
                    Ahora bien, y antes de avanzar, ¿por qué digo que se vinculan 
                    ambas obras? Por dos motivos interrelacionados entre sí. Uno, 
                    porque en estos trabajos se usan dispositivos tecnológicos 
                    electrónicos/digitales de control de datos (en el primer caso 
                    más complejo, en el segundo casi de tecnología de descarte). 
                    El otro, porque dicho dispositivo opera en las obras no sólo 
                    regulando la lógica técnica de éstas sino también, y al mismo 
                    tiempo, vehiculando su thelos estético. Dicho de modo más 
                    simple, la tecnología digital funciona aquí no sólo de mediador 
                    operativo -como un útil- sino, además, como elemento articulador 
                    de mensajes simbólicos. Lo explicaré brevemente.
                    
                    Si tuviera que situar las inteligentes operaciones irónicas 
                    de Javier Juárez en algún espacio de identificación subjetiva 
                    las ubicaría entre un Jack-el-destripador-de-tecnología y 
                    un spoiler [18]. ¿Y esto 
                    por qué? O más bien ¿qué estaría siendo destripado-estropeado 
                    por el modus operandi de Juárez y cómo se articularía esto 
                    con el modus significandi? Volvamos, pues, a la instalación. 
                    En ella se podía observar a simple vista unos dispositivos 
                    tecnológicos sin sus carcasas y una red de pequeños cables 
                    que interconectaban todo el sistema. Al acercarse el espectador, 
                    podía percibir unas placas con tres pequeñas pantallas donde 
                    se dejaban leer textos breves que inducían a pensar que se 
                    trataba de mensajes enviados entre varias personas. A mayor 
                    atención, el espectador se daba cuenta de que los textos iban 
                    cambiando, y que su dinámica de cambio tanto como su espacio 
                    de enunciación (displays LCD) se podían relacionar, por contigüidad, 
                    con los servicios de mensajes cortos (sms o Short Message 
                    Service) de la telefonía móvil (que por otra parte es el título 
                    de la obra).
                    
                    Ahora bien, viremos de nuevo el enfoque hacia la pregunta 
                    pendiente: ¿Qué estaría siendo estropeado-destripado por el 
                    modus operandi de Juárez? A mi entender, el procedimiento-Juárez 
                    deja expuestas las entrañas de un tipo de tecnología que es 
                    la que hace posible la comunicación al instante. La pregunta 
                    siguiente sería: ¿las expone así para qué, cuál es la finalidad? 
                    Tiendo a pensar que la finalidad última es desviscerar el 
                    proceso social de aceptación de la telefonía móvil. Digo esto 
                    porque queda expuesto, en el mismo movimiento, la existencia 
                    de un status de la información de los sms que oscilaría entre 
                    dos polos opuestos: uno, del orden del secreto (mensajes privados, 
                    cifrados, íntimos), y el otro, del orden de lo público (exceso 
                    de mensajes, libre circulación de la información, pantallización 
                    de todos los contenidos).
                    
                    En esta obra, se utiliza la tecnología (informática, optoelectrónica, 
                    microelectrónica, comunicacional) no tanto para hacernos ver 
                    su funcionamiento desde el interior (lleno de microchips y 
                    placas de silicio) sino para hacernos pensar a los espectadores 
                    menos en los outputs (o productos) de la tecnología que en 
                    la función social y en la dimensión ideológica de ésta. Un 
                    microcontrolador, en una obra de este tipo, no opera solamente 
                    como articulador eficaz de un dispositivo técnico, actúa, 
                    también, articulando el sentido de otra relación: la de los 
                    sujetos con las tecnologías, la de los sujetos con los sujetos, 
                    la de la comunicación instantánea entre sujetos. Tampoco los 
                    displays LCD funcionan aquí como meros dispositivos de salida 
                    que comunican información del sistema al mundo exterior: son 
                    el lugar de enunciación de los mensajes, aunque también son 
                    espacios del código (0s y 1s que permiten el acceso o el rechazo 
                    a la información).
                    
                    En conjunto, la eficacia simbólica de SMS radica en que es 
                    una de esas obras instalacionales que tienen la cualidad de 
                    abismar al espectador. Y éste es un punto de inflexión de 
                    las instalaciones que a mí, particularmente, me interesa analizar. 
                    La situación de abismar tiene que ver, en este contexto, con 
                    el estado de zozobra o de naufragio (del sentido), aunque 
                    también de vértigo, que experimenta el espectador frente a 
                    una obra de esta naturaleza.
                    
                    Lo cierto es que, en el espectro amplio y complejo de las 
                    obras instalacionales, algunas de ellas pueden parecer por 
                    contigüidad a una ambientación, otras a algún tipo de escultura 
                    o de objetualismos conceptuales y muchas, quizás, a una puesta 
                    en escena. Pero si algo tiene que ver SMS con un montaje de 
                    escena, ese algo se ubica más bien en la dimensión de puesta-en-abismo-de-una-escena 
                    (como cuando dentro de una obra de teatro se representa una 
                    obra de teatro) [19]. Opino 
                    que lo más interesante aquí no es la puesta en escena de una 
                    experiencia íntima de Juárez en relación a sus mensajes de 
                    textos. Por el contrario, lo sugestivo de esta obra, es la 
                    puesta en abismo de una escena del mundo contemporáneo: aquella 
                    de los espacios acelerados de la comunicación y el consumo, 
                    donde el lazo social, si llegara a concretarse, acontecería 
                    mediante enlaces instantáneos, vínculos pasajeros o relaciones 
                    intermediadas por pantallas. De ahí, el “efecto” de no lugar 
                    que la obra propicia.
                    
                    Cabe puntualizar por último que, desde el punto de vista antropológico, 
                    Marc Augé define el lugar como un espacio en donde se pueden 
                    leer la identidad, la relación y la historia. En oposición, 
                    propone llamar no lugares a los espacios donde esta lectura 
                    ya no es posible. Se trata de espacios de anonimato –cada 
                    día más numerosos- donde circulan aceleradamente personas 
                    y bienes, a saber: espacios de circulación (autopistas, áreas 
                    de servicios en los aeropuertos, vías aéreas, entre otros); 
                    espacios de consumo (super e hipermercados, cadenas hoteleras, 
                    centros de compra) y espacios de la comunicación (pantallas, 
                    cables, ondas con apariencia a veces inmateriales) [20]. 
                    Es en el marco de este contexto que se puede afirmar que el 
                    espectador de SMS se abisma, ya que en los no lugares de la 
                    contemporaneidad la soledad del individuo se experimenta como 
                    exceso de individualidad, de soledad, o de vacío, y eso, en 
                    definitiva, produce un vértigo que se torna insoportable. 
                    La obra de Juárez nos instala, definitivamente, de cara a 
                    la soledad vertiginosa que toca lo fantasmático.
                    
                    Como primera conclusión provisional, se podría puntualizar 
                    que ante la creciente convergencia tecnológica que caracteriza 
                    a la era informacional, y de cara a los múltiples procesos 
                    generativos de obras intermediadas por máquinas semióticas 
                    vinculadas a las tecnologías de la información y la comunicación, 
                    la praxis artística antes que irreflexiva y reproductora de 
                    estereotipias ha devenido subversiva y productora de diferencias, 
                    pues el contenido conceptual de las poéticas tecnológicas 
                    ensayadas en las escenas locales no cesa de divergir de los 
                    parámetros institucionalizados por la industria tecnológica 
                    y el propio sistema del arte.
                    
                    Visibilidad y miradas
                    
                    El rápido desplazamiento hacia la digitalización de todo tipo 
                    de información en los últimos veinte años está vinculado directamente, 
                    como ya puntualicé, a una revolución en el campo de la electrónica 
                    y la informática. La dinámica de desenvolvimiento de este 
                    proceso ha producido, y sigue produciendo, cambios multidimensionales 
                    y significativos a nivel cultural. Pero no basta hoy, creo, 
                    con comprender solamente la diferencia crucial entre átomos 
                    y bits -como sugirió Nicholas Negroponte a mediado de los 
                    ’90- para tener una idea acabada de los cambios operados en 
                    la cultura sino, más bien, debemos avanzar algunos pasos e 
                    intentar entender y desentrañar, más allá de las cuestiones 
                    técnicas-instrumentales y comerciales, cómo la compresión 
                    de datos de toda la información disponible por medio de la 
                    informática se impone como “una formidable ‘palanca cultural’ 
                    capaz de reorganizar radicalmente según su propia lógica […] 
                    toda la topología social, material y semántica” como acertadamente 
                    propone Alain Renaud [21].
                    
                    Pareciera ser que en este nuevo régimen de visibilidad todo 
                    estaría disponible para ser digitalizado y tratado de manera 
                    automática según la lógica informática de modelización, cálculo 
                    o simulación. Pero al mismo tiempo, esta configuración cultural 
                    pareciera permitir que todo se abra a la mirada para ser visto 
                    sin veladuras, propiciando una visibilidad sin límites de 
                    omnivoyeur.
                    
                    Ahora bien, este bosquejo sintético sobre la visibilidad no 
                    intenta impugnar la producción de imágenes de ningún tipo 
                    sino reorientar el enfoque hacia el régimen de la mirada en 
                    la contemporaneidad, pues me interesa proponer, antes de concluir, 
                    que en el campo del arte, particularmente, este exceso de 
                    visibilidad propicia un goce excesivo de la mirada, y que 
                    este epifenómeno se manifiesta no tanto hacia el exterior 
                    del campo artístico sino paradójicamente hacia el interior 
                    del mismo.
                    
                    Las instituciones del arte, y algunos agentes de esta institución, 
                    han generado en los artistas la compulsión de permanecer siempre 
                    visibles -y con su producción de imágenes a cuesta- en el 
                    centro de la escena, ofreciéndose en sacrificio, muchas veces, 
                    a miradas devoradoras. Todos desean estar bajo el cenit para 
                    ser mirados (por el curador, el coleccionista, el galerista, 
                    el jurado de selección para una clínica o un workshop, etc.) 
                    cueste lo que cueste, incluso sin oponer límites a ese goce 
                    excesivo. No me estoy refiriendo a la carencia de mirada subjetivante 
                    (el sujeto mira que es mirado por Otro) sino a la falta de 
                    límite de la mirada: algo que impida que el sujeto sea devorado 
                    por el goce escópico del Otro (como acontece, por ejemplo, 
                    con el fenómeno cultural de Gran Hermano).
                    
                    El ejemplo no es arbitrario ni antojadizo ya que efectivamente 
                    durante 2009 el canal cultural Film & Arts promovió la serie 
                    Art Star, con formato de reality show, la cual daba cuenta 
                    de modo ostensible lo que acontece en el mundo del arte [22]. 
                    Digo ostensible porque lo que antes era a puertas cerradas 
                    ahora se pantalliza, y muestra de modo ejemplar uno de los 
                    rasgos más perversos y paradójicos del mundo del arte en la 
                    actualidad: la compulsión a la visibilidad plena que termina 
                    entrampando a los artistas en un dispositivo perverso de plus 
                    de goce con el poder. He debatido esta cuestión de exceso 
                    de visibilidad con algunos artistas y teóricos, pero debo 
                    reconocer que el único que tuvo una escucha interesada a mi 
                    planteo y supo ayudarme a pensar sobre este tema fue el crítico 
                    y curador chileno Justo Pastor Mellado.
                    
                    Pues bien, cuando Mellado habla de escena del arte y escena 
                    de producción de obra hace hincapié insistentemente en el 
                    “valor protocolar”, argumentando que hay escena “cuando hay 
                    protocolo”, es decir, “cuando nos ajustamos a un procedimiento 
                    y, por lo tanto, a un sistema de restricción”. El arte no 
                    es libre -asevera Mellado- “el arte es siempre restricción”. 
                    Sostiene, incluso, que “el capital simbólico de un artista 
                    es un inventario de protocolo”. En este marco de referencia 
                    ya es posible pensar que en la escena artística contemporánea 
                    “algunos, los que miran y los que son mirados, si se dejan 
                    manejar por la voracidad de miradas sin restricción es porque 
                    no respetan ningún valor de protocolo, menos aún de la mirada”.
                    
                    Esta dimensión protocolar de la mirada -ideológica si se quiere- 
                    me permite reinscribir las escenas del arte contemporáneo 
                    en un marco de formalidades antes éticas que estéticas, y 
                    me da permiso a pensar que frente al deseo de hipervisibilidad 
                    tan afín al mundo contemporáneo es posible oponer la mirada 
                    y la palabra articuladora del pensamiento crítico.
                    
                    Notas
                    
                    1] CASTELLS, Manuel, La era 
                    de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad 
                    red, Vol. I, México DF, Siglo XXI, 2000.
                    2] Cfr. AUGÉ, Marc, Los no 
                    lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, 
                    Barcelona, Gedisa, 1993.
                    3] CASTELLS, M., Op. Cit., 
                    pp. 27 - 30.
                    4] Ibíd., pp. 56 -57.
                    5] Ibíd., p. 56.
                    6] CASTELLS, M., Op. Cit., 
                    p.56.
                    7] AUGÉ, M., Op. Cit., pp. 
                    36 -41.
                    8] Ibíd., pp. 42 – 43. La 
                    cita no es textual ya que combina proposiciones del libro 
                    de referencia y de entrevistas al autor publicadas en Internet.
                    9] Conceptos y categoría 
                    usada por distintos autores, entre ellos, Zigmunt Bauman, 
                    Scott Lash y Paul Virilio.
                    10] Glocal: concepto que 
                    nace de la mixtura de los términos global y local. Neologismo 
                    usado por teóricos del campo de la sociología como Ulrich 
                    Beck, Roland Robertson, Scott Lash y Zigmunt Bauman, entre 
                    otros, y que se ha extendido hacia otros campos disciplinares.
                    11] Las “máquinas semióticas” 
                    son aquellas dedicadas prioritariamente a tareas de representación. 
                    Cfr., MACHADO, Arlindo. Máquina e imaginário. O desafio das 
                    poéticas tecnológicas, São Paulo, Editora da Universidade 
                    de São Paulo, 1993, p. 34 [Todas las citas consideradas en 
                    este ensayo son traducciones mías]
                    12] Cfr. MACHADO, A., Op. 
                    Cit., p. 15. 
                    13] Entre los artistas argentinos 
                    me interesa destacar a Marta Minujín, Gustavo Romano, Marcelo 
                    Mercado, Iván Marino, Silvia Rivas y Mariela Yeregui.
                    14] OP_ERA, Rejane Cantoni/Daniela 
                    Kutschat, Brasil, 2001-2005. [En línea]. Disponible en: https://www.op-era.com/index_port.htm.
                    15] Para mayor información 
                    se puede consultar el catálogo OP_ERA. El cuerpo como interfase, 
                    Cantoni, R. y Kutschat, D., Buenos Aires, Espacio Fundación 
                    Telefónica, 2007.
                    16] SMS, Instalación, Javier 
                    Juárez. Instalación montada para el Cultural Chandón, Museo 
                    Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro, Tucumán, Argentina, 
                    2005.
                    17] Un microcontrolador 
                    puede ser descrito, básicamente, como un sistema con microprocesador 
                    que incluye la unidad central de proceso CPU, la memoria, 
                    el clock, la unidad de entrada/salida E/S y otros módulos 
                    en un solo circuito integrado. Los dispositivos de entrada 
                    proporcionan información del mundo exterior al sistema (los 
                    sistemas con microcontrolador usan dispositivos de entrada 
                    simples como pequeños teclados); los dispositivos de salida 
                    son los que comunican la información o acciones del sistema 
                    al mundo exterior (los microcontroladores usan dispositivos 
                    de salida simples como LEDs, relés, displays LCD, entre otros). 
                    La unidad de E/S se encarga de adaptar los tiempos y los niveles 
                    de tensión entre los periféricos y la unidad central de proceso.
                    18] Un spoiler es algo así 
                    como un aguafiestas (destripacuentos, estropeador) que anticipa 
                    o adelanta el final de un chiste, película, video juego o 
                    novela, arruinando el disfrute del resto de la audiencia.
                    19] Sobre este tema me he 
                    explayado en otros ensayos. Se puede consultar GARCÍA, Ana 
                    C. “Björn Melhus: el clonante”, en LA FERLA, Jorge (Comp.). 
                    Arte y Medios Audiovisuales. Un estado de Situación. Documental, 
                    Cine, Video, TV, Telemática, Nuevos Medios, Bs. As., ED. Aurelia 
                    Rivera /Nueva Librería, 2007; GARCÍA, Ana C. “Locus et corpus”, 
                    en La Ferla (Comp.), Carlos Trilnick, Bogotá, PEI –Programa 
                    de Estudios Internacionales / EFT –Espacio Fundación Telefónica 
                    / CCPER – Centro Cultural Parque España de Rosario, ED. Pontificia 
                    Universidad Javeriana, 2007.
                    20] “Estos no lugares se 
                    yuxtaponen, se encajan y por eso tienden a parecerse: los 
                    aeropuertos se parecen a los supermercados, miramos la televisión 
                    en los aviones, escuchamos las noticias llenando el depósito 
                    de nuestro coche en las gasolineras que se parecen, cada vez 
                    más, también a los supermercados. Mi tarjeta de crédito me 
                    proporciona puntos que puedo convertir en billetes de avión, 
                    etc. En la soledad de los no lugares puedo sentirme un instante 
                    liberado del peso de las relaciones, en el caso de haber olvidado 
                    el teléfono móvil.” Cfr. AUGÉ, Marc. Sobremodernidad. Del 
                    mundo de hoy al mundo de mañana. [En línea]. Disponible en: 
                    https://www.ddooss.org/articulos/textos/Marc_Auge.htm.
                    21] Cfr. Renaud, Alain, 
                    “Comprender la Imagen hoy. Nuevas Imágenes, nuevo régimen 
                    de lo Visible, nuevo Imaginario”, en VV. AA., Videoculturas 
                    de fin de siglo, Madrid, Cátedra, 1990.
                    22] “Seleccionados de una 
                    convocatoria abierta a la que acudieron 400 candidatos, 8 
                    artistas participan en una exposición grupal en la Galería 
                    de Arte Neoyorquina Deitch Projects, y el ganador del programa 
                    será acreedor de una exposición individual en la Galería. 
                    El programa registra a los artistas seleccionados mientras 
                    interactúan con destacados críticos, curadores, coleccionistas, 
                    y artistas en Nueva York, a la par de que realizan nuevas 
                    obras como parte de la exposición colectiva. El reconocido 
                    coleccionista y curador Jeffrey Deitch es el conductor de 
                    este reality show.” [En línea] Disponible en: https://www.filmandarts.tv/Peliculas.aspx?Pelicula=ACNPC7nwXXK64C
 
 
      
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